Un puente levadizo, de la época romana, es el acceso a este pueblo construido para la defensa. Tras pasar por un foso excavado en la roca, encontramos sus casi 30 kilómetros de extensión en la que destaca una joya histórica, la Torre del Homenaje, que se alza sobre el valle de Tobalina como si de un faro se tratara. La fortaleza data del siglo X y en el castillo aún se conserva parte de antiguas dependencias como los graneros, las bodegas o las estancias de servicios. El otro gran tesoro de este pueblo son sus impresionantes Casas Colgadas, construidas sobre La Muela, una gran roca acabada en forma de precipicio.
Vista de Frías, con el castillo, la iglesia de San Vicente y las casas colgadas.
Vista de las casas colgadas
Puente de Frías
Iglesia de San Vicente
Iglesia de San Vitores
Escudo partido, 1º en campo de plata, medio cuerpo de rey coronado de oro con corona abierta, rostro de carnación y con dalmática de gules cargada con tres castillos de oro; bordura de gules con dieciséis castillos de oro; y 2º de gules, un castillo de oro, mazonado de sable, con puerta y ventanas abiertas. Timbre: Corona real abierta.
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Frías se ubica en un estratégico emplazamiento para cruzar el río Ebro que se ha venido utilizando al menos desde la época romana. La primera referencia histórica se remonta al año 867, en plena repoblación de estas tierras después de su conquista a los musulmanes. En el siglo XI el conde Sancho García, conocido por el sobrenombre de "el de los buenos fueros", adquiere la ciudad. A su muerte Frías se integra en el reino de Pamplona Nájera (predecesor del reino de Navarra) bajo el reinado de Sancho Garcés III el Mayor.
En 1202, el rey Alfonso VIII le otorga el Fuero de Logroño para darle mayor bienestar e independencia, favoreciendo el desarrollo económico de la población, que llegó a contar con una judería. Pasa a depender de Castilla y extiende su influencia por todo el Valle de Tobalina. En el siglo XIV se construye sobre el puente una torre con el objetivo de cobrar más eficientemente el pontazgo.
En 1435, el rey Juan II de Castilla otorgó a la villa el título de ciudad con el objetivo de intercambiársela a Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, por Peñafiel. La población de Frías se negó a aceptar al Conde de Haro como su señor, lo que llevó al enfrentamiento y asedio de la plaza, que tuvo que rendirse tras un largo tiempo, y acatar las normas del nuevo señor.
En 1492 los Reyes Católicos crean el Ducado de Frías, que otorgan a los Velasco.
En el nomenclátor de Floridablanca (1789), la ciudad de Frías aparece, junto «con sus barrios de Quintanaseca y Tovera», dentro del partido de Castilla la Vieja en Burgos, listado entre los «pueblos solos». Como tal es señorío secular, ejercido por el Duque de Frías, con Alcalde Mayor de Señorío y otro Ordinario.
A la caída del Antiguo Régimen queda constituida como ayuntamiento constitucional del mismo nombre en el partido Briviesca, región de Castilla la Vieja; contaba entonces con 790 habitantes.
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