Superficie | 33,897 km² | |
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Población | 532 hab. (2021) |
Vilviestre del Pinar, situado entre los 1060 y 1450m., forma parte de una comarca de gran riqueza natural que se extiende por las estribaciones de las sierras de Urbión, Neila y Demanda. Esta condición junto a la lejanía de los centros de poder ha sido determinante en su devenir histórico. Con su territorio cubierto de bosques maduros de pino y roble, poco útil para la agricultura, la actividad económica se basó en la ganadería, desarrollándose muy temprano una industria carreteril, aprovechando la abundancia de madera.
Desde el siglo V a.c., nuestro territorio, dentro de la Cultura Celtibérica, pertenece a los Pelendones. Confinados en las cabeceras del Duero y Arlanza, rodeados de los también celtiberos Arévacos, Túrmogos y Berones que ocuparían las tierras más bajas y fértiles del valle del Duero, Arlanzón y bajo Najerilla. El pueblo de los pelendones, es el mismo al que pertenecía también Numancia, y que opondría feroz resistencia a la conquista romana. En el término de Vilviestre del Pinar hay dos magníficos emplazamientos, posibles restos de poblados de esta época, pendientes de estudio arqueológico.
Tras la invasión musulmana, las poblaciones de zonas llanas huyeron o fueron obligadas a instalarse en las montañas cantábricas por el rey asturiano Alfonso I. En nuestra comarca nunca llegaron los musulmanes o al menos nunca se establecieron dado el carácter montañoso y escasa riqueza agrícola. Los habitantes de nuestra comarca debieron continuar con su forma de vida habitual, protegidos por sus montes de las indeseables razzias musulmanas y cristianas del norte. Vivieron en pequeños poblados muy cercanos unos de otros, de los que nos han quedado sus necrópolis por estar talladas en la roca. Abundantes en toda la comarca, en Vilviestre del Pinar se encuentran restos debajo de la actual iglesia y en el Rincón, al lado del río Arlanza.
A comienzos del s. X, llegarían los primeros repobladores cristianos del norte que se unirían con la población indígena pasando a formar parte del nuevo Condado creado en torno a Lara, dependiente del Reino de León, presidido por Gonzalo Fernández, cabeza de los repobladores y su esposa Muniadona de posible origen autóctono.
Es en esta época donde se sitúa la acción del poema de los siete infantes de Lara, en la que el Sr. de Vilviestre, Ruy Velázquez, reputado guerrero de la corte de García Fernández, confundido por las falsas acusaciones de su reciente esposa Lambra de Bureba hacia sus sobrinos, los Infantes de Lara, los traiciona y deja sucumbir ante los agarenos. El hermanastro de los Infantes, Mudarra González, según el poema, se tomará cumplida venganza matando a Ruy Velázquez, quemando viva a Dña. Lambra y quemando la villa de Vilviestre. Es citado por D. Ramon Menéndez Pidal en su obra: La leyenda de los infantes de Lara.
Muerto Almanzor en 1002, vuelve la comarca a la tranquilidad. A lo largo del siguiente siglo sus gentes pasarán a repoblar Ávila y su tierra, así como el amplio territorio que ahora se les abría al sur. Las menciones documentales más antiguas existentes de Vilviestre son de 1052 y 1092 correspondientes a donaciones al monasterio de Arlanza por parte de familias nobles. En 1187 ya existe constancia de la iglesia de S. Juan de Vilviestre en bula de Urbano III.
En 1371, es señora de Vilviestre, Dña. Mayor de Castañeda, viuda de Fernán Sánchez de Velasco II. Fundará mayorazgo a favor de su hijo Pedro de Velasco, muerto en el asedio de Lisboa, con sus territorios de la Casa de Salas y los de las Merindades de su marido, que serán el germen del poderoso Ducado de Frías, con el que el concejo de Vilviestre mantendrá pleitos hasta la extinción de los señoríos en 1820.
Edad Moderna
En el reinado de los Reyes Católicos se crea la Real Cabaña de Carreteros, que tan importante habría de ser para Vilviestre en los siglos siguientes. Llegó a ocupar a la práctica totalidad de la población. Entre otros privilegios, motivados por su estratégica contribución en los portes de guerra y víveres, tuvo el de que no se hicieran levas de soldados en su territorio durante los s. XVI hasta su decadencia final en la década de 1840.
Con más de 300 carretas en los s.XV y XVI, llegaría Vilviestre a contar con 392 carretas a mediados del s. XVIII, estando presentes los carreteros de Vilviestre en cuantas guerras hubo en la península, teniendo especial protagonismo en las guerras de Cataluña y Portugal de 1633,1644 y 1677, y en la Sucesión de principios del s. XVIII en las que se documentan importantes bajas. Para los más de 1200 bueyes necesarios para la carretería, tenían los carreteros de Vilviestre, junto a los de las villas vecinas derecho de posesión de grandes dehesas en las riberas del Duero y Esla, sufriendo importantes mermas de ganado en las dehesas zamoranas pertenecientes al obispado de Astorga, en las guerras con Portugal de 1644, de las que se pudo recuperar.
Hasta finales del s.XVIII, prácticamente todo el término municipal era de propiedad comunal, administrado de forma democrática y ejemplar a través del concejo, por ordenanzas o regimientos muy conservacionistas que contribuyeron a lograr el magnífico bosque que se disfruta en la actualidad. Asimismo el concejo distribuía entre los carreteros locales, los portes de la madera extraída del monte, para la fábrica de los más importantes edificios de la época en Castilla, vigas y pez para los Reales Bajeles, así como las cuotas de sal y otros productos estancados que como miembros de La Cabaña Real de Carreteros les correspondía.
En esta época de vitalidad económica, se levantaron sólidos edificios de sillería y se restauró y reedificó la iglesia. Sucesos trágicos como el incendio de 1729, que devastó el pueblo, enseguida se superaron con el logro de un mejor trato fiscal y con la pujanza de la carretería. En 1792, Carlos IV, confirmando la tradición concede el privilegio de los pinos que tan útil sería para Vilviestre en el desastroso s.XIX y XX.
Edad Contemporánea
Durante la invasión napoleónica, Vilviestre del Pinar y su monte, sirvieron de refugio principal a la Junta Provincial de Defensa de Burgos, a la que además se le prestaron los ahorros del Concejo, que a pesar de contar con sus recibos, nunca se devolvieron. Desde su imprenta se editaban proclamas y bandos. También el guerrillero Cura Merino tenía un campamento, todavía recordado, en Carmona y depósito de prisioneros en Vilviestre.
Muchos vecinos se alistaron como guerrilleros en la partida del Cura o en las compañías del marqués de Barriolucio. Los carreteros sufrirían el principal golpe, del que ya no se recuperarían. A la obligación de transportar prácticamente gratis para uno u otro ejército, se sumaron las requisas de ganado por parte de todos los contendientes. Incluso pueblos, como Alaejos, en Valladolid, requisaron los bueyes de carreteros de Vilviestre que pastaban en dehesas próximas para entregárselos al ejército francés, sin compensación alguna. La victoria sobre los franceses no trajo la paz deseada. En 1823 se organizaron en Vilviestre, partidas de Voluntarios Realistas, defensores del absolutismo de Fernando VII, el rey felón.
En 1833, se inicia la 1.ª Guerra Carlista. El Cura Merino, firme absolutista y por tanto defensor del pretendiente Carlos, protagoniza el levantamienato en Salas al que acuden muchos simpatizantes que debe licenciar por falta de equipo. Desde su refugio de Vilviestre pretende actuar, pero los isabelinos acantonan en Vilviestre y resto de la Sierra a varios batallones del Cuerpo de Carabineros de Costas de Galicia al mando del brigadier D.Pedro Aznar, al Regimiento Castilla n.º 16 y Provincial de Laredo n.º 19 del coronel D. Isidoro Hoyos y D. José López Campillo.
Los años 1834 y siguientes, Vilviestre es escenario de continuos enfrentamientos entre los bandos en liza. El bando carlista protagoniza actos de crueldad extrema, a lo que D. Pedro Aznar contesta con fusilamientos inmediatos, como el del Tte. Coronel carlista Ildefonso Bruno, fusilado en Vilviestre. Los carlistas logran hacer importantes bajas en las filas isabelinas.
En mayo de 1838 los carlistas logran la importante victoria de Hontoria y en septiembre la de Quintanar, quemando dichos pueblos y Regumiel, acciones por las que su jefe Balmaseda, ascendería a brigadier. El pueblo, como toda la comarca, quedó extenuado por las continuas requisas y por la táctica de tierra quemada empleada, consiguiendo la impopularidad definitiva de la causa carlista en la zona. El ya brigadier isabelino D. Isidoro Hoyos, gracias a la colaboración de un miembro del Concejo de Vilviestre sorprendió al Cura Merino en su campamento de Carmona, capturando su armamento, caballos y 12 prisioneros. En julio de 1839 fue ascendido a Mariscal de Campo. Por su parte El Cura Merino logró escapar y la partida se dispersó. Exiliado en Francia, moriría el día de San Martín de 1844.
Durante la 3ª guerra carlista, el 25 de agosto de 1873, una partida carlista que quería alzar de nuevo a la Sierra, quemó el Registro Civil, dada la escasa colaboración del ayuntamiento. Ante el declive de la carretería, no pudieron los ayuntamientos de Vilviestre evitar los repartimientos y roturaciones de tierra entre los vecinos, que si bien contribuyeron a la subsistencia de 2 o 3 generaciones, no sirvieron para frenar la sangría de la emigración, en las décadas de 1870 y siguientes a América, finales de siglo a Bilbao y otras capitales y ya en el s. XX a cuantas ocasiones se presentasen: R. Argentina, R.Dominicana, Australia, Alemania...
Gracias al privilegio sobre los pinos de concesión que repartidos a partes iguales, gozan los vecinos de Vilviestre, se pudo crear una pequeña industria maderera, que junto a los aprovechamientos del monte comunal, alivió en parte el abandono de la carretería y una despoblación mayor. Durante finales del s. XIX y primeras décadas del s. XX, los desmanos u obrerizas en los que debía participar todo el pueblo, eran frecuentes. Así se hizo el cierre y creación del Prado del Río, los cierres con los pueblos limítrofes, múltiples arreglos de caminos, parte de la carretera de entrada al pueblo, además de las recogidas de los frutos comunales. Todo ello derivado de un fuerte sentido de solidaridad y aprecio a la propiedad común del monte.
Segunda República
Desde las primeras elecciones democráticas en la II República, Vilviestre se significó por su voto mayoritario a la izquierda. Durante la II República, los ayuntamientos continuaron con los repartos de pinos, los desmanos, el control y guarda de los pastos y sembrados, la ampliación de nuevas escuelas, etc. Nada que justificara la brutal represión franquista que tuvo lugar en el verano de 1936.
Durante esta etapa de la historia este pueblo mostró una clara y persistente posicionamiento a favor de las opciones republicanas, progresistas y de izquierdas.
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