Panorámica de ávila
Ayuntamiento de Ávila
Plaza de Santa Teresa
Plaza del Mercado Chico
Catedral de Ávila
Catedral del Salvador
Se trata de la primera catedral gótica de España, siendo la zona construida por Fruchel de estilo románico de transición al gótico. Posteriormente, distintos maestros continuaron y modificaron el plan de obras ya en estilo gótico pleno.
Basílica de San Vicente
En el año 306, durante la persecución de Diocleciano, y por orden del pretor Daciano, sufrieron martirio los hermanos Vicente (de Ávila), Sabina y Cristeta por negarse a firmar un documento en el que debían reconocer haber ofrecido sacrificios a los dioses romanos, según establecía el cuarto edicto de la persecución, de 304. Según la tradición sus cuerpos fueron depositados en un hueco de la roca, edificándose posteriormente sobre ese lugar la actual basílica (la roca sería la que se puede contemplar en la capilla derecha de la cripta). La leyenda dice que fue el propio judío responsable de su muerte quien, arrepentido, decidió construir un templo para enterrarlos, pasaje que aparece recogido en un relieve del cenotafio.
Monasterio de Santo Tomás, Claustro de los Reyes
Real Monasterio de Santo Tomás, Claustro del Silencio
Convento de Santa Teresa
La iglesia, levantada sobre la casa natal de Teresa de Cepeda y Ahumada, forma conjunto con el convento carmelitano. Por debajo, la gran cripta abovedada de enterramientos, actual museo teresiano y única dentro de la arquitectura religiosa española. Dirigidas las obras por el arquitecto carmelita Fray Alonso de San José, se inician en 1629, inaugurándose el 15 de octubre de 1636.
Palacio de los Verdugo
Palacio de los Bracamonte
Palacio de los Superunda
Biblioteca pública
Casa de los Deanes, una de las dos sedes del Museo
Humilladero de los Cuatro Postes
Según cuenta la tradición, en el año 1157 los abulenses organizaron una romería a la ermita de San Leonardo (actualmente desaparecida), próxima a Narrillos, en rogativa por la desaparición de la peste que azotaba la comarca. Aprovechando la ausencia de la mayor parte de la población, los musulmanes atacaron la ciudad llevándose todo lo que había en ella de valor. Para perseguirles, los regidores Nuño Rabia y Gómez Acedo organizaron una partida, de la que una parte de sus integrantes se separó para regresar a la seguridad de la villa. Cuando tras derrotar a los musulmanes volvieron a Ávila, encontraron que los que se habían separado del grupo habían cerrado las murallas, y exigían parte del botín para aceptar a los recién llegados. Enterado el rey Sancho III de Castilla, acudió a Ávila, expulsó a los de dentro y les condenó a vivir extramuros, sin títulos de nobleza ni privilegios; algunos de estos se expatriaron y marcharon a Ciudad Rodrigo, que el rey Fernando II de León estaba repoblando tras su reconquista. El concejo de Ávila decidió que la romería a San Leonardo se repitiese anualmente, y para descanso de las autoridades se construyó en el trayecto el humilladero de los Cuatro Postes.
Monumento a Santa Teresa
Murallas de Ávila
Puerta del Carmen, murallas de Ávila
La Muralla de Ávila es una cerca militar románica que rodea el casco antiguo de la ciudad de Ávila, de la provincia homónima, de la comunidad autónoma de Castilla y León, en España.
En la actualidad, el casco antiguo, la muralla y las iglesias situadas extramuros han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Las murallas son el símbolo universal y monumento más destacado que acoge la ciudad de Ávila. Su importancia se deriva por ser el recinto amurallado medieval mejor conservado de España y probablemente de toda Europa.
Edificio de Centros Universitarios, antigua sede del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, Academia de la Policía Nacional e Instituto de Educación Secundaria. Dependiente de la Diputación de Ávila aloja a la Fundación Cultural Sta.Teresa, la Escuela Universitaria de Enfermería de Ávila (de la Universidad de Salamanca), UNED-Ávila y la Universidad Católica de Ávila
Hospital Nuestra Señora de Sonsoles
Ermita de San Segundo
Santuario de Nuestra Señora de Sonsoles
Estadio Municipal Adolfo Suárez
Parque de San Antonio
Río Adaja a su paso por la ciudad de Ávila
Escudo de Ávila
En campo de gules, el cimorro de la Catedral, mazonado en su color, por el que asoma un rey niño que esgrime una espada en su mano diestra y una bola del mundo en la siniestra. Además se añade en punta, de sable, el lema "ÁVILA DEL REY", en palo a la diestra del cimorro "DE LOS LEALES" y en palo a la siniestra del cimorro "DE LOS CABALLEROS" conforme a la misma referencia. El cimorro está en plata según indican algunas fuentes, y mazonado en sable. La figura del rey niño se precisa como asomándose el busto de un Rey, en su color, con manto de armiños, coronado de oro, con una espada de plata encabada de oro en la diestra, y un mundo de azur, en la siniestra
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Dentro del término municipal de Ávila, cerca de la localidad de Bernuy-Salinero, se conserva un monumento funerario que data de finales del Neolítico a comienzos de la Edad del Bronce conocido como dolmen del Prado de las Cruces.
El nombre de la ciudad podría tener origen vetón. El helenista del siglo XIX Karl Wilhelm Ludwig Müller estudió la hipótesis de que la ciudad vetona de Obila, descrita por Ptolomeo en su Geographia correspondiera con la actual Ávila; según Roldán Hervás esta relación es dudosa. La fecha concreta de su fundación es difusa, pero algunas investigaciones datarían el origen de Obila en la segunda mitad del siglo I a.C. Según algunos historiadores Obila fue uno de los muchos asentamientos vetones en la provincia, junto con los castros de Sanchorreja, Berrueco, Mesa de Miranda, Las Cogotas, El Raso y Ulaca. El asentamiento de Obila cobraría importancia con la creciente romanización del territorio, en detrimento de otros castros situados en terreno montañoso. Los vetones dejaron vestigios de su poblamiento por toda la geografía de la provincia de Ávila, destacando las estatuas de piedra conocidas genéricamente como verracos.
El mayor esplendor de la ciudad bajo dominio romano tuvo lugar en los siglos I y II d.C. En la economía de la ciudad siempre gozó de especial importancia la ganadería trashumante, en relación a las rutas que cruzaban la sierra de Gredos por el puerto del Pico y el de Tornavacas. En tiempos del emperador Constantino la ciudad de Ávila formaba parte de la provincia romana de Lusitania. La ciudad experimentó cierta decadencia a partir del siglo III, en el contexto de una crisis generalizada en la Hispania romana a raíz de las invasiones franco-alemanas y de cierto proceso de abandono de las ciudades, en favor de las villae, como los cercanos ejemplos de la El Vergel en San Pedro del Arroyo y Pared de los Moros en Niharra. Una epidemia de peste, iniciada alrededor de 250-252 d.C., diezmó a la población de la ciudad durante veinte años.
Los primeros asentamientos visigodos en la península se realizaron de forma paulatina y en grupos reducidos a lo largo del siglo V y comienzos del siglo VI. Tras ocupar los visigodos en un primer momento la Galia (reino visigodo de Tolosa) posteriormente se extenderían por el territorio peninsular para terminar formando el reino visigodo de Toledo en el siglo VI, que perduraría hasta la invasión musulmana.
Los visigodos utilizaban la tierra para cultivar cereal y alimentar al ganado. Los principales testimonios de esta dominación visigoda en Ávila provienen de pizarras inscritas encontradas en distintos puntos de la provincia, entre las que destacan las de la localidad de Diego Álvaro. La importancia de Ávila en este periodo se debió a su carácter religioso, ya que se contó con la intervención de prelados de Abela en los concilios toledanos. Ávila fue sede episcopal durante la dominación visigoda. En el año 610 se dio preeminencia a la capital y a su obispo sobre todas las demás iglesias provinciales, en un decreto emitido durante el reinado de Gundemaro. Otra huella de la etapa visigoda en Ávila es el templo de Santa María la Antigua. Las crónicas registran que este monasterio fue fundado antes del año 687, y habría sido monasterio mixto (monjes y monjas) hasta la llegada de los árabes.
Tras estas incursiones se suceden en Ávila tres siglos de los que se conocen pocos aconteceres. A partir del siglo VIII muchas ciudades de la meseta y el centro peninsular pueden considerarse dentro del llamado «desierto estratégico», donde se produjo un fuerte despoblamiento y que se convirtió en tierra de nadie, siendo escenario de las correrías de ambas fuerzas. En el año 785 la ciudad parece que ya estaba de nuevo bajo dominio musulmán, puesto que fue visitada por Abderramán I. Según cuentan las crónicas la ciudad fue tomada por Alfonso III (en campañas que llegaron hasta el Tajo) y su dominio fue asegurado tras la batalla de Simancas, bajo reinado de Ramiro II de León. La ciudad cayó de nuevo en manos musulmanas durante las campañas de Almanzor a finales del siglo X. El códice del beato de la catedral de Gerona del año 975 cita la ocupación e intentos de repoblación de la ciudad por el conde Fernando Flaínez, hijo de Flaín Éctaz, añadiendo que (aunque se consideraba una ciudad toledana) no habitaban en ella por aquel entonces ciudadanos musulmanes. Tras unos tímidos intentos de repoblación por parte del conde de Castilla García Fernández, en el año 1007 Abdelmelic Almudafar derribó sus murallas hasta los cimientos. Durante el reinado de Fernando I de León la ciudad estaba prácticamente destruida.
A finales del siglo XI Alfonso VI de León encargó a su yerno Raimundo de Borgoña la repoblación del centro de la península. Con el fin de proteger Toledo procedió a repoblar y cercar las ciudades de Salamanca, Ávila y Segovia.
Este momento constituyó también el punto de partida de un concejo o alfoz de enorme tamaño en torno a la ciudad de Ávila, que sobrepasaba las montañas del Sistema Central en su frontera meridional. En la repoblación intervinieron ciudadanos de origen navarro, franco, aragonés, mozárabe, vasco, cántabro y asturiano. Entre estos repobladores surgió el linaje de los Dávila, a partir de Ximén Blasco (gobernador de Ávila y fallecido en 1108) que vino a la ciudad junto a su hermano Fortún Blasco.
Durante la parte central del siglo XII, las milicias concejiles tomaron parte en varias expediciones de saqueo en ciudades del territorio musulmán. Por el año 1142 la tenencia de la ciudad corría a cargo de Rodrigo Fernández de Castro el Calvo. En 1162, como reacción a una sublevación en Salamanca, las milicias de Ávila (cuya tenencia estaba por aquel entonces gobernada por Manrique Pérez de Lara) apoyaron a los salmantinos e hicieron frente al ejército real de Fernando II de León en la localidad de Valmuza en una confrontación de la cual salió victorioso el monarca leonés. Posteriormente, habiéndose reconciliado Manrique con el monarca, el primero de estos falleció y su hermano Nuño Pérez de Lara llevó al heredero del trono castellano Alfonso VIII a Ávila, donde permaneció tres años.
Durante el reinado de los Reyes Católicos, en la segunda mitad del siglo XV, y de Carlos I y su hijo Felipe II, ya en el siglo XVI, la ciudad volvió a renacer gracias a las idas y venidas de la corte. Ávila prosperó y la provincia fue testigo del nacimiento de varios personajes religiosos, escritores y consejeros espirituales como fueron Teresa de Cepeda y Ahumada (más conocida como Santa Teresa de Jesús), nacida en la capital, y San Juan de la Cruz, que nació en la localidad de Fontiveros. Su concejo fue uno de los principales organizadores de la Guerra de las Comunidades y en ella se formó la primera Santa Junta.
A partir de finales del siglo XVI y comienzos del XVII la ciudad comenzó una larga decadencia y despoblación. El inicio de este declive se vio inscrito en la fase de dificultades que atravesaba el Imperio español, que arrastró consigo a Castilla. En 1599 una epidemia de peste se llevó consigo a casi el 12 % de la población de la ciudad. Por otra parte la expulsión de los moriscos dictada en 1609 por el monarca Felipe III afectó al 13,8 % de los habitantes de Ávila. Otros factores que incidieron en la decadencia de la ciudad fueron la caída en picado de la actividad textil y la gran cantidad de mendigos, amparados por el elevado número de instituciones benéficas existentes en la ciudad. En 1618 la ciudad contaba solo con 1500 habitantes, cantidad que aumentaría a los 4085 correspondientes al año 1752.
La ciudad de Ávila fue saqueada por los franceses durante los días 4, 5, 6 y 7 de enero de 1809, por orden del mariscal francés Lefèvbre. Las tropas francesas desvalijaron varias iglesias de la ciudad, además de casas particulares, y tuvo lugar el incendio del matadero de la ciudad. A principios del siglo XIX las carreteras que comunican la ciudad con el entorno eran de muy mala calidad, aunque a mediados de siglo se mejorarían sustancialmente las que comunicaban a Ávila con Madrid por El Espinar y la del puerto del Pico.
A lo largo del siglo XIX la ciudad continuó con la decadencia y el estancamiento característicos de los siglos anteriores. Pascual Madoz la describió en 1845 como una ciudad «arruinada y tenebrosa». En 1864 el poeta Gustavo Adolfo Bécquer dijo de ella:
Casi perdida entre la niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de Santa Teresa, Ávila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo xvi, silenciosa y estancada.
Durante la Primera República, Ávila fue una de las ciudades en las que se extendió el movimiento cantonal, el manifiesto revolucionario sería firmado el 20 de julio de 1873. Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjo una lenta recuperación demográfica con la construcción del ferrocarril, lo que hizo de la ciudad un importante nudo en la línea de Madrid a la frontera francesa por Irún. En 1936, tras el estallido de la Guerra Civil, la ciudad, al igual que la práctica totalidad de Castilla y León, pasó a formar parte rápidamente de la zona ocupada por las tropas sublevadas. En la ciudad de Ávila existió en el año 1936 un campo de concentración franquista, así como una base aérea de la Legión Cóndor.
Durante la dictadura franquista se intensificó el proceso de despoblación de la provincia que afectó, necesariamente, a la ciudad. En 1956 se instaló en la ciudad la fábrica de Fadisa, dedicada a la fabricación de furgonetas bajo licencia Alfa Romeo. El 18 de marzo de 1977 Ávila incorporó a su término municipal los extintos municipios de Aldea del Rey Niño, Alamedilla del Berrocal, Narrillos de San Leonardo y Vicolozano; y el 25 de enero de 1977 a Urraca-Miguel y Bernuy-Salinero. En 1996 se fundó en la ciudad la Universidad Católica de Ávila. En diciembre de 2004 hubo un atentado de la banda terrorista ETA en la ciudad, al estallar una pequeña bomba de 1 kg de amonal en los aseos de una cafetería abulense de la calle Reyes Católicos, que causó daños materiales en dicho establecimiento y en otro comercio aledaño.
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