Ostenta el título de Conjunto Histórico-Artístico desde el 6 de julio de 1967 y el título de Ciudad y el tratamiento de Excelentísimo a su ayuntamiento desde el 3 de agosto de 1928, otorgado por el monarca Alfonso XIII, alegando como motivo "el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio, y por su constante adhesión a la Monarquía". Los acontecimientos históricos desarrollados en esta villa y la cantidad y calidad de sus manifestaciones artísticas, sin olvidar sus construcciones populares típicamente castellanas y las construcciones subterráneas de cuevas y bodegas, la hicieron merecedora de esas denominaciones.
En el siglo XIV, Alfonso XI establece a través del Ordenamiento de Alcalá (1348) el regimiento cerrado, lo que supuso la oligarquización y patrimonialización del principal organismo de gobierno local: el concejo. Por lo que respecta al concejo eldanense, durante el Antiguo Régimen estuvo formado por cuatro regidores, un mayordomo, un procurador y cuatro fieles.
Iglesia parroquial de Santa María de la Asunción.
iglesia de Sta. María
El condado de Buendía es un título nobiliario español de carácter hereditario creado el 9 de junio de 1465 por el infante don Alfonso tan solo cuatro días después de haber sido proclamado rey de Castilla
Retablo de la iglesia parroquial de Santa María de Dueñas. Tardogótico (1510-1518), obra del Maestro Antonio (de Malinas).
Ojo de la Virgen.
Hospital de Santiago
Bodegas en el cotarro de Santa Marina
Bodegas en el cotarro de Santa Marina
La primera referencia histórica de una bodega en Dueñas es del año 1211 (Privilegio Rodado de Alfonso VIII) y de las casas cueva, de 1761 (Catastro de Ensenada), lo que da una idea clara de la importancia que desde el punto de vista patrimonial y vitivinícola ha tenido la población a lo largo de la historia.
Chozo de Pastor "La Cabañona" en el Monte de la Villa
Monumento a los botijos
Cuevas
94 casas cueva censadas
Escudo cuadrilongo de base redondeada. En campo de azur, tres padillas de plata puestas en faja y colocadas en palo, acompañadas de nueve crecientes del mismo metal puestos en orla, cuatro en jefe, tres en punta y uno en cada flanco. Timbre: corona real cerrada.
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La importancia histórica de Dueñas desde época prehistórica se debe a dos factores: la estratégica ubicación para el control del valle del Pisuerga, en la confluencia de este con el Carrión, lo que la convierte en un cruce de caminos, paso obligado en pleno camino real a Burgos para, desde Valladolid, dirigirse hacia Burgos, País Vasco, Aragón y Navarra y conectar así con el resto de Europa. Y, en segundo lugar, a la riqueza y fertilidad de sus tierras, considerada como la puerta a la Tierra de Campos, llegando a convertirse en época medieval en cabeza de esta importante Merindad, denominada "el granero de Castilla" por su rica producción cerealista.
Cuenta así con ricos yacimientos arqueológicos que evidencian una cierta continuidad en el poblamiento desde la Prehistoria:
De época prehistórica: Los primeros vestigios aparecidos en su término municipal datan de la Edad del Bronce, en los siglos XIV y XIII a.C. Entre estos yacimientos cabe destacar «Pico Castro»7 con los restos hallados en este Yacimiento y «La Huelga»,8 ambos formados por campos de hoyos que evidencian la existencia de poblados (oppidum) más o menos estables, donde han aparecido restos de industria tanto cerámica, los más abundantes, como lítica y metalúrgica, que permiten datar los asentamientos en la etapa del Bronce Final (siglos XIII-VIII a.C.), en el horizonte conocido como Cogotas I. Estos asentamientos, aunque de cierta entidad, se abandonan durante la Edad del Hierro, periodo en el que se ha constatado una reorganización del poblamiento, surgiendo nuevos núcleos de mayor envergadura en las proximidades: Tariego, Valoria la Buena o el Pico del Tesoro (Palencia), todos alrededor de Dueñas. Este periodo abarcaría en la península ibérica desde el siglo VIII a.C. hasta el inicio de la conquista romana de Hispania en el 218 a.C. y se caracterizaría por el desarrollo de los llamados pueblos prerromanos, en España fundamentalmente íberos y celtíberos.
Edad del Hierro - Época celtibérica (vacceos): en los años 70, Valentina Calleja ,9 estudió los restos cerámicos aparecidos en los cerros de "El Castillo" y "Pico Castro", hallados por los alumnos del Colegio Reyes Católicos, dirigidos por el profesor Gregorio Vallejo, y que participaron incluso en el proyecto de TVE "Misión Rescate". Calleja dató estos restos en la primera edad del hierro aunque, gracias a estudios posteriores, parece que estos restos son anteriores, de la Edad del Bronce. En las tablas astronómicas del matemático greco-egipcio Ptolomeo (siglo II d.C.) se señalan las coordenadas geográficas de la ciudad vaccea de "Eldana" (de ahí el gentilicio de eldanense) pero, a pesar de la presencia de algunos restos vacceos, nada parece indicar la presencia de un castro o asentamiento urbano estable, por lo que hay otros pueblos palentinos que reclaman también su origen en esta ciudad vaccea como Baltanás o, más probablemente, Saldaña.
De época romana: destaca sobre todo la Villa Possidica, nombre posiblemente derivado del nombre latino del Pisuerga (Pissoraca). Se encuentra situada en una llanura fértil y rica en aguas entre los ríos Carrión y Pisuerga, en un término conocido como Cercado de San Isidro, al encontrarse dentro del coto formado por las propiedades de dicho monasterio. Fue descubierta en los años 60, cuando se llevaron a cabo dos campañas de excavación dirigidas por el catedrático del Departamento de Antigua de la Universidad de Valladolid, Pedro de Palol .10 Estas intervenciones sacaron a la luz únicamente las termas de una villa romana, donde cabe destacar la aparición del «Mosaico de Océano y las Nereidas»,11 de gran calidad cromática, con paralelismos en el tema y composición en el Norte de África, y que actualmente se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico de Palencia. Su construcción data de finales del siglo I e inicios del II d.C. pero, en el último cuarto del siglo III d.C., se produjeron destrucciones en los baños que habría que encuadrar dentro de las fases de inestabilidad, causada por la anarquía militar y las sucesivas invasiones. Por ello, se producirían reparaciones y ampliaciones a finales de ese siglo o principios del siglo IV d.C., coincidiendo con el momento de mayor esplendor del a villa. Por su ubicación, esta villa se encontraría próxima a las vías romanas que unían importantes ciudades romanas, algunas de origen celtibérico, como Pallantia (Palencia) con Cauca (Coca) y con Rauda (Roa) a través de Septimanca (Simancas).Y se encontraría próxima también a la importante vía XXVII del Itinerario Antonino que unía Barcino (Barcelona) con Lucus Augusta (Lugo), a través de Caesar Augusta (Zaragoza), Clunia (en Burgos), Pallantia (Palencia) y Asturica Augusta (Astorga). Debido a la cercanía a Pallantia (Palencia), sería una villa suburbana que se encontraría bajo el área de influencia de esta ciudad. Administrativamente, esta región formaba parte de la provincia Tarraconense y, dentro de ésta, del llamado Conventus Cluniensis con cabeza en la antigua ciudad romana de Clunia, actual Coruña del Conde, en Burgos.
De época visigoda: en el pago de Miravete (cerca de la ermita de Onecha en la carretera de Valoria la Buena) aparecieron a finales del siglo XIX unos sepulcros visigóticos estudiados por el Padre Fita y el historiador local Amado Salas.12 Entre los hallazgos cabe destacar la aparición de una lápida con una inscripción que hace referencia al enterramiento de un monje del siglo VII (actualmente en el Museo Arqueológico de Madrid,13 cuya traducción sería: "Aquí descansó en paz, prevalecido de una buena confesión, el monje clérigo Froila, en día de martes, 15 de marzo, año 14 del reinado de Recesvinto [662 d.C.]". Además de estos restos, los cronistas mencionan la existencia de un monasterio de monjas (domnas) anterior a la invasión árabe, identificado posteriormente con Santa María del Remolino, situado en la misma ubicación donde actualmente se levanta el Monasterio de San Isidro de Dueñas, y que entonces se encontraría bajo la advocación de San Martín de Tours. Este cenobio femenino también se habría visto afectado por la invasión sarracena y es destruido y abandonado por una razzia musulmana "in castro Donna" en el 854 d.C. Es Fray Gregorio de Argaiz (siglo XVII) quien nos narra el acontecimiento, aunque fechándolo erróneamente en el 950 d.C. y otorgándole tintes míticos: "La Abadesa Esmaragda y sus Monjas que estaban en el Monasterio de San Ysidoro de Dueñas, fueron presas y muertas por los Moros y sus cuerpos arrojados en el río Pisuerga, día último de Março". A pesar de su abandono y destrucción, rápidamente, con la repoblación de Alfonso III, habría sido restaurada la vida monástica pero, en este caso, entregándoselo a una comunidad de monjes benedictinos.
Todos estos restos podrían evidenciar la existencia de un asentamiento continuado ya desde época visigoda, que sería abandonado temporalmente con la invasión árabe en el siglo VIII d.C., pero cuya población se retomaría rápidamente con la repoblación de esta zona en el siglo IX d.C., pero no contamos con constatación documental.
Siguiendo la Crónica de Sampiro, en el siglo IX d.C., el monarca astur-leonés Alfonso III "el Magno" (866-910) llevó a cabo la repoblación de toda esta zona conocida con el nombre de "Campos Góticos", donde reconstruye entre el 875 y el 899 d.C. tres ciudades de gran importancia: Zamora, Simancas y Dueñas, reforzadas inmediatamente por Toro en el 900 y Tordesillas en el 909: "Ac triennio peracto sub era DCCCCXIII, urbes desertas ab antiquibus, populari Rex iussit; hec sunt Zemora, Septimancas et Domnas vel omnes Campi Gotorum”.
Al mismo tiempo, Alfonso III restaura también la vida monástica en San Isidro, entregándoselo ahora a una comunidad de monjes mozárabes procedentes de Córdoba de la orden benedictina. En documentos de sus sucesores, García I en el 911 y Ordoño II en el 915, vuelve a aparecer mencionada Dueñas, donde se hace referencia ya a la existencia de un castillo y un monasterio y donde aparece con el nombre de Domnas o Donans, siendo este término latino el que ha acabado derivando en el actual topónimo del pueblo: “cuius basilica fundata est in suburbio Legionense iusta castellum vocitatum Donans inter duo flumina Pisorica et Carrion” y “in cuius honore fundatum est monasterium in locum qui vocatur Castrium, quod dicitur Donans iuxta flumen Pisorice”.
Condado de Monzón
Alfonso III organizaba así la línea defensiva del Duero, con plazas fortificadas que guardasen los principales vados del río frente a las razzias musulmanas. Con ello, Dueñas se convirtió en un importante centro defensivo en el Duero medio durante todo el siglo X y parte del XI, convirtiéndose en la cabeza de un amplio alfoz, que no sólo suponía una demarcación militar y un término común, sino también una jurisdicción formada por diferentes aldeas y lugares dependientes jurisdiccionalmente de la cabeza del alfoz. Entre estas aldeas y lugares, que fueron despoblándose paulatinamente a lo largo de la Edad Media y principios de la Edad Moderna debido a la tendencia a la concentración del hábitat en toda Europa occidental, cabe destacar que existe constancia documental de algunas de ellas como Santa María de Onecha, Valdeazas, San Nicolás, San Lázaro, San Miguel, San Torcuato, etc. Dueñas se configuró también como una de las catorce villas reales -bajo la autoridad directa del rey- que existieron en la región formada por los Montes Torozos. A pesar de ello, el alfoz de Dueñas sufrirá una rápida disgregación y disminución en el siglo XII, sobre todo bajo los reinados de Alfonso VII (1126-1157) y Alfonso VIII (1158-1214), debido tanto al crecimiento de Palencia a partir del siglo XI tras la restauración de su diócesis por Sancho III en 1034, como por la formación de un amplio coto con jurisdicción independiente en torno al Monasterio de San Isidro de Dueñas. Así, Alfonso VII donó Villamuriel de Cerrato al obispo de Palencia en 1141, quienes la convierten en su residencia de verano debido a su proximidad a la ciudad, y Alfonso VIII donó las villas de Villa Anel al Hospital de San Antolín en Palencia en 1162, Villagiga a San Isidoro en 1165 y, finalmente, en 1191 vendió los montes reales de Dueñas al concejo y canónigos de Palencia.
Además, tras la victoria de las tropas cristianas en la Batalla de Simancas (939) y la conquista de Toledo (1085), se consolidó su avance más allá de la línea del Duero y Dueñas redujo su importancia estratégica como zona fronteriza pero no como vía de comunicación, situada en pleno camino real de Burgos. Para el control y repoblación de esta zona, los reyes leoneses crearon diferentes entidades territoriales y adminsitratrivas conocidas como condados como los de Castilla, Saldaña, Carrión o Monzón. Dentro de este último se encontraba la villa de Dueñas, creado en el siglo X d.C. en el límite oriental del reino de León, limítrofe con el condado de Castilla, independiente desde el 932 d.C., para evitar la expansión de Castilla por esta zona, entragándoselo a la familia Ansúrez en la figura de Ansur Fernández. A la muerte de su hijo Fernando Ansúrez sin sucesores, su viuda Toda conservó el título de condesa y actuó como gobernadora desde Dueñas. A pesar de todo ello, la situación de la frontera era todavía inestable y Dueñas se verá afectada todavía por razzias periódicas, como la descrita por Jiménez de Rada en su "Historia Gótica" en el invierno de 950 d.C. arrasando tres castillos: "Septimmancas, Donnas et Septempublicam". En principio, en estos momentos, el condado de Monzón seguía bajo la órbita del reino de León, pues a la muerte sin descendencia del conde Fernando Ansúrez (hacia el 978 d.C.) es heredado por su hermana Teresa Ansúrez casada con el rey de León Sancho I. Sin embargo, debido a la muerte sin herederos de su hijo y sucesor Ramiro III de León y a las expediciones de Almanzor entre los años 981 y 984, que afectaron también a esta zona, finalmente recaerá bajo el área de influencia del incipiente condado de Castilla hacia el 990 d.C.
Participación en los conflictos internos del reino de Castilla (siglos XI-XIII)
Escudo de la Casa de los Castro
En 1078, Alfonso VI (1065-1109) otorga un fuero a la población de Santa María (seguramente Santa María de Onecha, cuya ermita actualmente se encuentra en ruinas), aldea que dependía jurisdiccionalmente de Dueñas al formar parte de su alfoz. Este fuero permite confirmar que Dueñas tenía ya en el siglo XI la condición realenga y pertenecía directamente al rey, pues aparece confirmado por Annaia Velaz "que tiene a Domnas como merino bajo la autoridad real".
Esta ciudadanía dependiente de la Corona se mantiene a duras penas en siglos posteriores debido a las vicisitudes políticas, sociales y económicas del reino. Así, durante el reinado de Alfonso VI, este cedió la tenencia de varias villas, entre ellas Dueñas, a Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, en 1087-88 como símbolo de reconciliación entre ambos tras su primer destierro; Alfonso VIII la cede en arras a su esposa, Leonor de Plantagenet en 1170; y en los siglos XII y XIII la tenencia de Dueñas bascula de forma alternativa entre las dos principales familia del reino: los Lara y los Castro, cuyos miembros ejercerán de tenentes de Dueñas, entre los que cabe destacar sobre todo a estos últimos, pues se puede observar una cierta continuidad en sus tenencias, a excepción de los periodos en los que se encuentran exiliados en el vecino reino de León debido a los conflictos internos que les enfrentan a los Lara e, incluso, directamente con el monarca castellano. Cabe destacar, así, las figuras de Fernando Rodríguez de Castro, el Castellano, su hijo Pedro Fernández de Castro y su nieto Álvaro Pérez de Castro, que muere sin descendencia en 1240 y es sucedido por su sobrino Rodrigo Fernández de Castro y este por su hijo Fernando Ruíz de Castro. Las tenencias consistían, no obstante, en la cesión meramente temporal de tierras por parte del rey a un vasallo para su utilización, sin implicar que el otorgante perdiera la propiedad o que supusiera derecho hereditario para el receptor.14
Dueñas se convertirá, así, en un importante bastión a lo largo de toda esta centuria en las guerras civiles primero contra Fernando III, que consigue unificar definitivamente las coronas de León y Castilla en 1230, y al que la villa de Dueñas cerró las puertas de su muralla. En 1214, había fallecido el rey de Castilla, Alfonso VIII, recayendo la Corona sobre su hijo Enrique I, de tan sólo 10 años, quien fallece accidentalmente en Palencia en 1217 cuando le cae una teja mientras jugaba a la pelota. Sin embargo, su tutor Álvaro Núñez de Lara, se oponía a la regencia de su hermana mayor Berenguela, casada con el rey de León Alfonso IX, por lo que intentó ocultar el fallecimiento del joven rey, conduciendo el cadáver al castillo de Tariego. A pesar de ello, finalmente, Berenguela es informada del suceso y reclama la Corona de su padre, abdicando a favor de su hijo, Fernando III, quien será proclamado rey en Autillo de Campos (Palencia) el 10 de junio de 1217. En su camino a Valladolid, donde tendrá lugar la coronación oficial el 2-3 de julio, Dueñas, que se encontraba bajo el dominio de los Lara, pues gracias a la influencia que habían adquirido como tutores del rey-niño, Álvaro había cedido la tenencia de la villa a su hermano el conde Fernando Núñez de Lara, no recibieron al recién proclamado rey y, aunque finalmente la villa será rendida, nada más tomar posesión de la corona, tuvo que enfrentarse a una revuelta nobiliaria, encabezada por la casa de los Lara y fomentada por el vecino reino de León.
Posteriormente, los Lara apoyaron a los infantes de la Cerda, hijos del primogénito y heredero de Alfonso X, Fernando de la Cerda, muerto prematuramente, en las revueltas nobiliarias frente al propio Alfonso X y sus sucesores Sancho IV y Fernando IV. Cabe destacar, así, las figuras de Juan Núñez I de Lara y su hijo Juan II Núñez de Lara, quien junto al infante don Juan de Castilla el de Tarifa, hijo de Alfonso X, aprovechó la minoría de edad de Fernando IV para tomar entre 1295 y 1297 algunas villas reales, entre ellas Dueñas en 1296. Ante esta situación, Fernando IV y, en su nombre, su madre la regente María de Molina cede las villas de Dueñas y Ampudia al concejo de Palencia si consigue tomarlas. En 1299 Juan II Núñez de Lara es hecho prisionero por Juan Alfonso de Haro, señor de Cameros, y para recuperar su libertad, se vio obligado a ceder la villa de Dueñas. Esto no supuso, sin embargo, la vuelta de la villa al realengo pues la necesaria compra de lealtades llevó a Fernando IV y sus tutores a entregar Dueñas a diferentes miembros pertenecientes a la propia familia real: primero al infante Enrique de Castilla "El Senador", hijo de Fernando III el Santo, quien contrae matrimonio con la hermana de Juan II Núñez de Lara, llamada Juana Núñez de Lara "la Palomilla". Tras la muerte del infante en 1303, Fernando IV vuelve de nuevo a ceder la villa a otro infante, don Juan de Castilla el de Tarifa, casado con María Díaz de Haro, X señora de Vizcaya, en compensación por la usurpación de dicho señorío por su tío Diego López V de Haro. A su muerte en 1319, es sucedido por su hijo Juan de Haro el Tuerto, quien es mandado ejecutar por Alfonso XI en Toro en 1326, recuperando así Dueñas para el patrimonio real. El sepulcro gótico que se conserva en la iglesia parroquial atribuido a un descendiente de Fernando III, atendiendo a los blasones que orlan la tapa, posiblemente se trate de un hijo, muerto en la infancia, de este señor, Juan de Haro el Tuerto, y su mujer Isabel de Portugal y Manuel.
Por todo ello, a la altura de 1352, cuando se elabora el Becerro de las Behetrías durante el reinado de Pedro I, en él se confirma el estatus realengo de la villa: "Dueñas, en el obispado de Palencia, este logar es rregalengo del Rey", aunque ésta había estado periódicamente en manos de diferentes personajes de la más alta aristocracia y de familiares directos del rey, produciéndose su definitiva señorialización ya en el siglo XV, en manos de los Acuña, como condes de Buendía.
Con el advenimiento de los Trastámara en el siglo XIV, la villa de Dueñas se mantiene fiel al rey legítimo Pedro I (1350-1369), por lo que se verá asediada durante un mes por las tropas del infante don Enrique en 1367. Pedro I había entregado la villa a su amante Juana de Castro, con la que llega a contraer matrimonio en 1354 para abandonarla al día siguiente, cediéndola la villa de Dueñas donde ésta se retira titulándose reina hasta su muerte en 1374.
La nueva dinastía continuó con la cesión temporal del señorío en determinados momentos y, así, Enrique de Trastámara (1369-1379) la entrega a su amante, Leonor Álvarez, madre de Leonor de Castilla "la de los leones", que la sucede en el señorío; y Juan I otorga en 1383 las rentas, pechos y derechos de la villa a su hermana Leonor de Trastámara, casada con Carlos III de Navarra. El peligro de su señorialización quedó de manifiesto cuando en 1397 Enrique III (1390-1406) empeñó el castillo y la jurisdicción criminal a su tía, en prenda de 350 000 maravedís. Ante la solicitud de los vecinos de tornar al dominio de la corona, Enrique III propone a los vecinos en 1397 que satisfagan la deuda del empeño, por lo que en 1399 pagaron la cantidad de 350 000 maravedís a cambio de que abandonara el señorío de la villa, recuperando así la condición realenga.
Ante esta situación, obligan a los reyes Enrique III y Juan II a decretar y jurar que no volvería a ser extraída del patrimonio real en 1407, 1412,1419 y en las Cortes de Burgos de 1430 y en las de Zamora de 1432. Ante esta situación, Enrique III se vio obligado pocos meses después de que los vecinos hubieran pagado la deuda a revocar la venta que había hecho de la villa a Diego López de Estúñiga, su justicia mayor, por ir en contra del juramento realizado. Estúñiga, señor de Curiel de Duero (Valladolid), había adquirido ya en la villa "unos palacios con sus casas" el 12 de octubre de 1395 a Johan González y su mujer Elvira Yeneguez, vecinos de Dueñas, en "la gredalla que dicen de Santa María por once mil maravedís de la moneda usual, que fazen diez Dineros el maravedí".
A pesar de todo ello, aunque este Juan II la mantiene dentro del patrimonio de la monarquía, finalmente la acaba cediendo primero en concepto de arras a su mujer María de Aragón, cuyos desposorios se celebraron en Medina del Campo en 1418, aunque la boda no tendrá lugar hasta dos años después, en Ávila el 4 de agosto de 1420, tras ser proclamado mayor de edad. María de Aragón formaba parte de los llamados infantes de Aragón, hijos de Fernando de Antequera, hermano de Enrique III y regente durante la minoría de edad de su sobrino Juan II, hasta que fue nombrado rey de Aragón en el Compromiso de Caspe en 1412, tras la muerte sin herederos su tío Martín I de Aragón. Debido a esta estrecha relación con Castilla poseían un amplio poder territorial y jurisdiccional, que les llevó a desempeñar un importante papel en la corte castellana, protagonizando importantes enfrentamiento con los monarcas castellanos. No será, por tanto hasta 1439 cuando sea entregada definitivamente a la nobleza en manos de Pedro Vázquez de Acuña y Albornoz. Y son los Acuña, condes de Buendía en 1465 por gracia del infante don Alfonso, recién nombrado rey por los nobles en la llamada "Farsa de Ávila", quienes, cosas del destino, ofrecen a la villa los años más gloriosos de su historia, aunque con la tenaz resistencia de sus nuevos vasallos, pues Dueñas se convirtió en un caso paradigmático en la resistencia anti-señorial que se desarrolló en la Castilla bajomedieval y moderna, tras la consolidación de los señoríos jurisdiccionales desde el siglo XIV. Esta oposición se canalizó a través tanto de la vía armada y violenta de forma puntual como de la vía judicial. Así, los vecinos de Dueñas recibieron de forma hostil a su nuevo señor en la toma de posesión de Pedro de Acuña en febrero de 1440, reclamando al rey su vuelta al realengo, recordándole sus promesas de no volver a enajenar la villa, pero este insta a los vecinos a aceptar a su nuevo señor. Por ello, los habitantes de Dueñas recurrieron entonces a la justicia, iniciando un pleito en 1504 en la Chancillería de Valladolid en el que reclaman su vuelta al realengo pero, aunque se da una primera sentencia en 1543, será apelada por ambas partes y no se sustanciará hasta el siglo XVIII (1786), confirmando la sentencia de 1543.15 Dilatándose también la vía judicial, la tensión volverá a estallar de forma violenta en determinados momentos como el levantamiento anti-señorial protagonizado el 1 de septiembre de 1520 al calor del alzamiento comunero que llegó a expulsar a los condes de la villa y sirvió de espoleta a otras villas de la región a levantarse en armas.
Podemos concluir, por tanto, que durante la etapa medieval, como villa realenga, hasta su definitiva señorialización en el siglo XV, Dueñas se había convertido en una importante villa que ocupaba un lugar destacado en la red político-administrativa eclesiástica y civil en el seno del reino de Castilla. No en vano llegó a ejercer como cabeza de la importante Merindad de Campos, luego sustituida por Palencia, y fue sede también de un arcedianato del arciprestazgo del Alcor. A todo ello hemos de sumar el peso demográfico que alcanzó, contando con unos 4000 habitantes ya en el siglo XVI, y el desarrollo económico experimentado, convirtiéndose en un centro artesanal y administrativo de primer orden con una importante producción textil gracias al ganado lanar16 y lugar de paso constante de carreteros y arrieros, dada la situación geográfica que ocupaba en la red de caminos del reino, fundamentales para el incipiente comercio.
Debido al protagonismo de la familia Acuña en el ascenso al trono de Isabel, Dueñas se convertirá en eje de la vida de los futuros reyes de Castilla en los momentos próximos al matrimonio entre Isabel y Fernando en 1469. Este linaje llegó a emparentar, además, con la Casa Real a través del matrimonio de Lope Vázquez de Acuña, II conde de Buendía y adelantado de Cazorla, con Inés Enríquez de Quiñones, tía de Fernando el Católico, al ser hija del almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, y su segunda mujer, Teresa de Quiñones. Ambos están enterrados en el panteón condal de la familia, ubicado en el altar mayor de la iglesia de Santa María de la Asunción.
Por todo ello, el 9 de octubre de 1469, Fernando de Aragón, finaliza su viaje para contraer matrimonio con su prima Isabel de Castilla en el Palacio de los condes de Buendía en Dueñas, donde será recibido por Pedro de Acuña, I conde de Buendía y hermano del arzobispo de Toledo Alonso Carrillo, artífice y propulsor de dicho matrimonio.
Sepulcros Lope Vázquez de Acuña e Inés Enríquez de Quiñones, tíos de Fernando el Católico
Alojado en el Palacio de los Acuña de Dueñas, el 14 de octubre, viajará hasta Valladolid para conocer a su prometida, retirándose de nuevo a Dueñas hasta que el 18 de octubre acude definitivamente a Valladolid para contraer matrimonio en el Palacio de los Vivero, a extramuros de la ciudad y perteneciente en esos momentos a Juan Pérez de Vivero, casado con María de Acuña, hija de Pedro de Acuña, I conde de Buendía, que ejercerá de madrina en la boda.
La inseguridad de permanecer en una villa tan grande como Valladolid, aunque fuera afín al almirante Fadrique Enríquez, partidario de Isabel, les llevó a tomar la decisión de resguardarse en la protección que ofrecía el Palacio de los Acuña de Dueñas, donde se trasladan en mayo de 1470 hasta diciembre del mismo año, donde pasan unos meses complicados, mantenidos por el propio conde, pues ellos no cuentan con ningún medio, al mismo tiempo que Enrique IV avanza contra ellos. Durante esta estancia tiene lugar el nacimiento de la primogénita, Isabel de Aragón, en octubre de 1470, siendo bautizada en la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción.
Posteriormente, por deseo de la propia Isabel se recibirá en Dueñas a la embajada enviada por el duque de Borgoña Carlos el Temerario para entregar el Toisón de Oro a Fernando, ceremonia que tendrá lugar en la iglesia parroquial de Santa María el 24 de mayo de 1474.
Iniciado ya el reinado, durante la guerra civil (1474-1479) contra los partidario de su sobrina Juana la Beltraneja y Alfonso V de Portugal, Fernando instalará ocasionalmente su cuartel general en Dueñas y, en el contexto de las Cortes de Madrigal de 1476, entre abril y agosto, tendrán lugar una serie de Juntas Generales presididas por el Contador Mayor Alonso de Quintanilla en la iglesia de Santa María con el objetivo de organizar la Santa Hermandad, cuyas ordenanzas están publicadas en Dueñas.
Tras enviudar de Isabel en 1504, Fernando volverá a contraer matrimonio por poderes con su sobrina nieta Germana de Foix en Blois en octubre de 1505, acordando las correspondientes capitulaciones. No obstante, las velaciones tendrán lugar en el Palacio de los Acuña de Dueñas el 22 de marzo de 1506, al ser un enlace que no contaba con el apoyo de la nobleza castellana, ya que se pretendía conseguir un nuevo heredero para Aragón.
Juana I y su esposo Felipe el Hermoso también pasarán por Dueñas en su primer viaje por Castilla en 1502 para ser jurados herederos y, a pesar de la tradicional fidelidad de la villa a Fernando, durante su regencia se reunirán en Dueñas un grupo de magnates opuestos a su presencia.
La asidua presencia de Carlos I en Dueñas está demostrada gracias al itinerario realizado por Foronda que constata su presencia en Dueñas en 1520, 1523, 1527, 1539 y, finalmente, en su viaje de retiro a Yuste en 1556. En 1527 y 1534, además, debido a que Valladolid se ve afectada por la peste, se retiran a las villas cercanas algunos ministros, entre ellas a Dueñas, donde se retiran los Consejos Real, de Indias y del Santo Oficio.
En el contexto de las Comunidades, tiene lugar en Dueñas un alzamiento antiseñorial protagonizado el 1 de septiembre de 1520 que, aunque todavía sin vincularse al alzamiento comunero, llegó a tomar el Palacio y fortaleza de la villa, expulsar a los condes (en esos momentos Juan Enríquez de Acuña, III conde de Buendía, retirado de la vida política y cortesana en su palacio de Dueñas debido a que sufría una esquizofrenia leve, y su mujer María de Padilla) y hacerse con el control de la villa a través del nombramiento de cargos concejiles y oficiales que eran nombrados por el señor. Tras esta actuación, Dueñas se une al movimiento comunero y el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, convertirá Dueñas en su cuartel general, iniciando aquí su campaña por la Tierra de Campos el 25 de diciembre de 1520, aportando dinero y hombres a la causa comunera hasta su derrota definitiva en Villalar en abril de 1521.
Tras la muerte del III conde de Buendía en 1528, el condado pasará sucesivamente a sus hermanos Pedro de Acuña, IV conde de Buendía, y Fadrique de Acuña, V conde de Buendía, nombrado muy joven virrey de Navarra en 1516 por Fernando de Aragón, cuya actuación fue trascendental para controlar la complicada situación del reino navarro tras su anexión militar a la corona de Castilla protagonizada por Fernando en 1512.
El 27 de agosto de 1534, en el contexto de los Pleitos Colombinos, tiene lugar la "Sentencia de Dueñas", por la que se decretó que los Colón conservaran el título de Almirante y sus emolumentos, aunque como virreyes quedarían sujetos al juicio de residencia. Hernando Colón en su "Descripción y Cosmografía de España" dice de Dueñas que "es villa de mill vezynos del conde de Buendía, está en una ladera e tiene fortaleza en más alto de esta ribera de un río, ay muy buenas guindas".
En 1558, accede al título condal el último conde de Buendía varón de la familia Acuña: Juan de Acuña y Acuña, VI conde de Buendía, personaje de primer orden en la corte de Felipe II, donde ejerció el cargo cortesano de gentilhombre de la cámara desde 1556 y, desde 1585, el cargo de Sumiller de Corps o Camarero Mayor en sustitución de Ruy Gómez de Silva, el prínicipe de Éboli, hasta su muerte en Burgos el 29 de septiembre de 1592. Actuó de embajador en Francia en 1559 con ocasión del matrimonio del rey con la princesa Isabel, hija de Enrique II, en Portugal en 1578 para felicitar al Cardenal-Rey don Enrique por su coronación y en Flandes y Alemania a visitar a la emperatriz María, hermana de Felipe II.
Esta proximidad al monarca hizo posible que en su viaje a Aragón, en la llamada "Jornada de Tarazona", Felipe II pasará por Dueñas junto con sus hijos, la infanta Isabel Clara Eugenia y el príncipe heredero, los días 26, 27 y 28 de agosto de 1592, en la que realizan una visita a la abadía de San Isidro, como describe el humanista holandés Enrique Cock en su obra “La jornada de Tarazona”:
“Su majestad fue en Dueñas muy bien recibido del conde de Buendía, su sumiller de corps, y le hizo el gasto los tres días en los cuales fue a visitar una abadía, llamada San Isidoro, de la orden de San Benito, que está en la dicha ribera del Pisuerga, un poco más arriba donde el río Carrión entra en él, en lugar bien placentero y comarca de mucha caza y pesca. Dueñas es villa de hasta mil y quinientos vecinos, cabeza del Estado del conde de Buendía. Está asentada en un otero muy alto en la misma ribera occidental del río, donde se descubre mucha tierra río arriba y abajo. Tiene una buena puente de piedra y al lado izquierdo, en un cerro bien alto, una fortaleza. La comarca es de muchos bosques, por lo cual hay infinita caza, y por razón de las riberas, abundancia de pesca. También tiene mucho pan y algunos vinos tintos”.
Tan sólo un mes después de su paso por Dueñas, el 29 de septiembre de 1592, fallece en Burgos el conde Juan de Acuña y su hermana, María de Acuña, casada con el adelantado mayor de Castilla, Juan de Padilla y Manrique, se titulará VII condesa de Buendía y tomará inmediatamente posesión del mayorazgo. A pesar de ello no evitará el inicio de un pleito de sucesión con otros descendientes que reivindicaban el mayorazgo, entre los que destaca el marqués de La Algaba, que no se saldará hasta 1613, ya fallecida en Valladolid en 1607, a favor de su hija Luisa Padilla de Acuña, quien había contraído matrimonio con su tío, Martín de Padilla, adelantado mayor de Castilla y I conde de Santa Gadea. Finalmente el título pasará a través de enlaces matrimoniales al hijo del poderoso valido de Felipe III, el duque de Lerma, el I duque de Uceda y, definitivamente, a finales del siglo XVII pasa a los duques de Medinaceli, que siguen ostentando el título.
Sin embargo, con el alejamiento de la nobleza de sus señoríos territoriales tras el asentamiento definitivo de la corte en Madrid en 1561 con Felipe II —excepto el breve periodo de 1601-1606 en que se trasladó a Valladolid—, Dueñas fue perdiendo importancia junto con el resto de ciudades y villas castellanas. A pesar de ello, en el siglo XVII todavía cabe destacar algunos acontecimientos: en 1602 y 1603 Felipe III visitó la localidad, dos estancias muy próximas en el tiempo debido al traslado de la corte a Valladolid de forma temporal entre 1601 y 1606; en 1623 tuvo lugar el viaje a España del príncipe de Gales, el futuro Carlos I, acompañado por el valido de su padre, George ViIliers, primer duque de Buckingham, para negociar el matrimonio entre este y la infanta María Ana, hija menor de Felipe III y poner fin así a la hostilidad entre ambas potencias. Sin embargo, ante el fracaso de las negociaciones en la corte madrileña, ambos retornan a Inglaterra, pasando en su viaje de vuelta por Dueñas. En 1660, en su viaje de regreso a Madrid tras la firma de la Paz de los Pirineos con Luis XIV en la isla de los Faisanes, Felipe IV también pasó por Dueñas. Asimismo, el 4 de noviembre de 1664 fallece en Dueñas Gaspar Pérez de Guzmán, IX duque de Medina Sidonia, quien había sido desterrado y desposeído de sus señoríos tras la conspiración que encabezó contra Felipe IV en 1641, aprovechando la crisis de 1640 en la que se produce también la sublevación de Cataluña y Portugal, derivando esta última en su independencia en 1668.
Debido al importante papel del Camino Real de Burgos o de Francia, en este último tramo del Antiguo Régimen Dueñas seguirá siendo un cruce de caminos por el que transitaron importantes personalidades, como es el caso de algunos miembros de la familia real, hecho de gran importancia ya que se convertían en verdaderos actos propagandísticos, cuya finalidad principal era fortalecer el vínculo del monarca con sus súbditos. Y, así, en el siglo XVIII, en octubre de 1706, en el contexto de la Guerra de Independencia española, tuvo lugar el paso de la reina María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V, junto a una importante comitiva de la que formaba parte su camarera mayor, la famosa princesa de los Ursinos. La nueva dinastía borbónica, por lo general, se mantuvo alejada de la Meseta norte, que fue perdiendo paulatinamente su tradicional preeminencia.
No es hasta principios del siglo XIX, en abril de 1801, cuando otra personalidad regia haga acto de presencia en la figura del infante Luis de Borbón-Parma, sobrino de Carlos IV, quien había sido nombrado rey de Etruria por el emperador Napoleón en virtud del Tratado de Aranjuez. En esta ocasión, durante tres días, tuvo lugar en Dueñas el besamanos por parte de las autoridades palentinas, quienes habían mandado a sus representantes. Ya en el contexto de la Guerra de Independencia Española, en abril de 1808, el infante Carlos María Isidro de Borbón, se detuvo en Dueñas cuando se dirigía a la frontera francesa para entrevistarse con Napoleón. Es posible, incluso, que el propio Emperador pasara por Dueñas en su breve estancia en la Península entre el 6 de noviembre de 1808 y enero de 1809 para intentar solucionar el virulento levantamiento armado de la población española, aunque rápidamente tuvo que abandonar la dirección personal de la campaña y volver a Francia debido a que el Imperio austríaco le había declarado la guerra. En especial, es posible que pasara por Dueñas en su viaje de regreso a Francia desde Astorga cuando se dirigía hacia Galicia en persecución del ejército inglés, al mando de Moore, en la llamada "carrera de Benavente". Se sabe con certeza, no obstante, que su hermano José Bonaparte, a quien había entregado la corona española, pernoctó en Dueñas la noche del 28 de abril de 1811 con motivo de su viaje a París para asistir al bautizo de su sobrino Napoleón II. Finalmente, ya en 1824, una vez restaurado el absolutismo con el regreso de Fernando VII, pasaron por Dueñas el príncipe Maximiliano de Sajonia y su hija Amalia, suegro de Fernando VII, quien estaba casado con su hija María Josefa Amalia. Las celebraciones parecer ser que se prolongaron durante 5-7 días y contó con fuegos artificiales y la participación de la banda de voluntarios realistas de Palencia. Por último, el propio Fernando VII, en julio de 1828, pasara por Dueñas en su viaje de regreso a Madrid, tras pacificar Cataluña durante la Guerra de los Agraviados.
Desde mediados del siglo XIX, con la inauguración del ferrocarril en 1860 y la institucionalización de los veraneos de la casa real en la costa cantábrica, en Santander o San Sebastián, la comitiva regia se detendría en diversas ocasiones en la estación de la localidad, donde la corporación y autoridades locales saldrían a recibirles y homenajearles. Y, así, Isabel II pasó por la localidad el 18 de julio de 1861, acompañado en este caso por su marido, Francisco de Asís, el 2 de agosto de 1865 o en septiembre de 1866.
La presencia física de los monarcas o miembros de la familia real suponía, sin duda, un gran prestigio social para la villa pero traía consigo aparejados importantes gastos para las arcas municipales, ya que suponía la celebración de diversos festejos. Destaca, así, la iluminación de las calles y fachadas con luminarias y hogueras, los fuegos artificiales o el empedrado y aderezo de las principales calles, plazas y espacios públicos, construyéndose incluso elementos de arquitectura efímera como los arcos triunfales construidos para la visita de Fernando VII o los aderezos del puente de San Isidro, donde se salía a recibir o hasta donde se solía acompañar a la comitiva regia. En una sociedad fuertemente sacralizada era ineludible la celebración de procesiones y misas cantadas, donde cabe destacar el canto del Te Deum, uno de los principales himnos cristianos de acción de gracias. Entre los festejos populares cabe destacar la importancia de la tauromaquia, celebrando corridas de toros o novillos en la plaza del mercado, constatados ya desde la visita de Felipe II en 1592, a lo que habría que sumar la música y el baile, inseparables de las festividades populares.
La Guerra de la Independencia y las medidas liberales del siglo XIX
Con el estallido de la Revolución Francesa en 1789, cabe destacar la figura del obispo de Jaén, Agustín Rubín de Ceballos, nacido en Dueñas en 1724, quien ostentaba también desde 1784 el cargo de Inquisidor General de España y contribuyó, por tanto, a la política de Floridablanca de establecer un "cordón sanitario" para evitar el contagio de las ideas revolucionarias procedentes del otro lado de los Pirineos, publicando en 1790 un nuevo Índice de libros prohibidos y un edicto en que se prohibía la circulación de impresos que propagaran ideas revolucionarias. Sin embargo, con el acceso al poder en Francia de Napoleón en 1799, Godoy firmará en 1807 el Tratado de Fontainebleau, por el que se estipulaba la invasión militar conjunta franco-española de Portugal y se permitía para ello el paso de las tropas francesas por territorio español, siendo así el antecedente de la posterior invasión francesa de España y de la Guerra de la Independencia Española.
Durante la Guerra de Independencia (1808-1814), la posición estratégica de Dueñas la convertirá de nuevo, al igual que el cercano monasterio de San Isidro (de donde son expulsados los monjes), en cuartel general de las tropas francesas. Así, debido a los acontecimientos acaecidos en las proximidades, con el levantamiento de Valladolid el 31 de mayo de 1808 bajo las órdenes del general Gregorio García de la Cuesta, el mariscal Bessiéres que tenía su cuartel general en Burgos, ordena a las tropas de Merle, enviadas a Santander, que retrocedan y acudan al encuentro del general Lassalle, quien al frente de cuatro batallones de infantería y una nutrida caballería (en total unos seis mil soldados) salió de Burgos el día 4 de junio de 1808 en dirección a Valladolid, acordando encontrarse en Dueñas el día 11, teniendo lugar el 12 de junio, la famosa batalla de Cabezón. Debido a la derrota del ejército español, la resistencia se organizará en forma de guerrillas, destacando en esta zona figuras como Juan de Tapia, El Empecinado o Jerónimo Merino, conocido como el "cura Merino", cuya guerrilla actuaba sobre las comunicaciones Burgos - Valladolid, sorprendiendo el 22 de enero de 1810 a una división francesa en las inmediaciones de la villa, cayendo en la emboscada sobre 1500 hombres, logrando evadirse solamente unos 200.17 Por último, el hermano de Napoleón, José I, que ostentó la corona española entre 1808 y 1814, se hospedó en la villa en un viaje que realizó a París en 1811 para asistir al bautizo de su sobrino Napoleón II. La tradición popular sostiene que se alojó en el palacio cuya fachada se conserva todavía hoy en la Plaza del Doctor Sinova, tras la iglesia de Santa María, conocido por ello como "Casa de Napoleón". Al año siguiente, en 1812, con la llegada del duque de Wellington al frente de las tropas aliadas anglo-hispano-portuguesas y el fracaso del asedio a Burgos, las fuerzas napoleónicas reagrupadas pudieron contraatacar y obligarle a retroceder hasta las posiciones fronterizas portuguesas. El 24 de octubre de 1812, Wellington decidió hacer un descanso sobre unas colinas entre Villamuriel y Dueñas y, para evitar la persecución y acoso de las tropas francesas, el día 25 ordenó volar los puentes de Villamuriel y Dueñas, logrando destruir un arco en cada uno de ellos18. La precipitada huida de los franceses en junio de 1813 supuso de nuevo el paso de Bonaparte por Dueñas el 6 de junio en su retirada de Valladolid a Palencia.
Tras la derrota de Napoleón, este devuelve el trono a Fernando VII a través del Tratado de Valençay (1813), quien restaura el absolutismo y pone fin, por tanto, a las medidas liberales inicias por las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812. Así, no será hasta 1835, durante el reinado de Isabel II, cuando se pongan en marcha diversas medidas liberales que supusieron la abolición del Antiguo Régimen, el fin de los señoríos (que en Dueñas se encontraba todavía en manos de los Medinaceli), o la creación de los ayuntamientos constitucionales. Por ello, a pesar del pleito iniciado por la villa contra su señorialización en 1504 y las sentencias de 1543 y 1786, en las que se reconoce la jurisdicción señorial pero se ordena la devolución de las rentas reales (tercias y alcabalas) a la Corona, no será hasta estas medidas cuando se ponga fin al señorío sobre la localidad a partir de la ley de 26 de agosto de 1837. En estos momentos, además, llega a Dueñas la construcción del Canal de Castilla (1831) y, en 1856, se inicia la construcción de la línea ferroviaria Madrid-Hendaya, con estación en la localidad, inaugurándose el tramo Valladolid-Venta de Baños el 1 de agosto de 1860.
Tras la revolución de La Gloriosa (1868) y el fracaso de establecer en España un régimen político democrático durante el llamado Sexenio Democrático, se produce la restauración Borbónica (1875) en la figura de Alfonso XII, inaugurándose una etapa de estabilidad marcada por el bipartidismo y el turnismo entre el partido Conservador y el Liberal. A nivel local, desde finales del siglo XIX cabe destacar la figura del político monárquico Antonio Monedero Martín (1872-1942), quien llevó a cabo interesantes proyectos dentro del llamado catolicismo social a favor del campesinado y los obreros. Cabe destacar así proyectos sociales como el que llevó a cabo en su finca de El Aguachar o la creación de una fábrica de luz, una central hidroeléctrica en unos antiguos molinos de su propiedad sobre el río Pisuerga conocidos como La Torrecilla (actualmente perteneciente a Iberdrola), lo que permitió iluminar ya la localidad con un primitivo alumbrado eléctrico en 1899 con 60 bombillas, cuando en España la primera localidad con contar con alumbrado de este tipo había sido Comillas en 1881 y Jerez o Haro en 1890 y la propia Madrid empieza a hacer los primeros ensayos en 1852, aunque no es hasta 1878 cuando se empieza a extender el alumbrado por las principales calles. En este mismo sentido, en 1917 fundó la Confederación Nacional Católico-Agraria (CNCA) pero rápidamente fue apartado de la dirección, falleciendo en 1940. Tras la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), se produjo en las principales ciudades el triunfo de los partidos republicanos en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, por lo que se produjo la proclamación de la II República.
Durante la II República, tras la victoria de la recién creada coalición del Frente Popular en las elecciones generales de febrero de 1936, se decidió suspender las elecciones municipales previstas para abril por temor a que se produjeran altercados públicos. Fueron los propios gobernadores los que, en el uso de sus atribuciones, sustituyeron a las corporaciones existentes y nombraron las comisiones gestoras afines al nuevo gobierno. En Dueñas la nueva comisión gestora estuvo formada por 11 miembros bajo la presidencia de Heliodoro Herrá Pozanco del Partido Socialista. Tras la sublevación militar del 17 de julio en Melilla, se produjo el inicio de la Guerra Civil española (1936-1939), y Heliodoro Herrá intentó organizar la resistencia formando patrullas de vigilancia y buscando apoyo en Venta de Baños y la capital provincial. Sin embargo, el gobierno republicano de Palencia cayó de forma inmediata ante los sublevados y, en Dueñas, todo conato de resistencia fue también frustrado la mañana del 19 de julio gracias a la intervención del capitán falangista Vicente Lobo Noriega, conocido como Capitán Lobo (al que se le dedicó incluso una Avenida en la localidad), que había sido liberado de la prisión de Valladolid, y reforzado poco después por la llegada del regimiento de caballería acantonado en Palencia, el regimiento de Villarobledo. Liberan así el cuartel de la guardia civil con el que cuenta la localidad y que estaba intentando ser tomado por las fuerzas de izquierdas de la localidad. Ante la llegada de todos estos refuerzos huyeron y se dispersaron y, con el apoyo de la Guardia Civil, se restituye en la alcaldía a Francisco García Tovar, aunque el día 24 se realiza una nueva elección en la que se nombra a Pedro Alonso Martínez, juez local.
Por ello, debido a este conato de resistencia y la gran fuerza que habían demostrado las organizaciones obreras de la localidad, la represión franquista alcanzó en Dueñas la cota más alta de la provincia con más de 120 vecinos represaliados, entre ellas 22 mujeres, algunas de ellas embarazadas, siendo una de las cifras más altas de España en el ámbito rural.19 En 2008, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia inauguró una placa con el nombre de todos los represaliados en los soportales de la Plaza de la Paz (antigua Conde de Vallellano) en el edificio que fue utilizado como Casa del Pueblo por las organizaciones de izquierdas a principios del siglo XX y frente al monumento de los caídos existente en el atrio de la iglesia de Santa María inaugurado por el régimen franquista en 1942.20 Se construyó también un monumento en el cementerio municipal, donde se han enterrado los restos que han ido siendo exhumados en las distintas campañas organizadas por dicha Asociación21. Ese mismo año el ayuntamiento aprobó también el cambio de denominación de varias calles y plazas con nombres relacionados con la época franquista como José Antonio Primo de Rivera (hoy Rafael Alberti), Calvo Sotelo (hoy Dulzaineros), General Mola (hoy Cerrato), José Sáinz (hoy Lazarillo) o Capitán Lobo (hoy Avenida Valladolid)22, a las que, en 2017, se han sumado las de Caídos (hoy Zagales), Antonio Mondero (hoy Calle del Uso), Federico Mayo (hoy Plaza de San Isidro) y Abilio Calderón (hoy Avenida del Paseo), así como el complejo deportivo Federico Mayo, hoy Eras de las Candelas23. Con todos estos actos se daba cumplimiento a la Ley de la Memoria Histórica de 26 de diciembre de 200724.
En 1943 la diputación provincial elige mayoritariamente al alcalde eldanense Antonio Cuadros Salas para el cargo de procurador en Cortes en la I Legislatura de las Cortes Españolas (1943-1946), representando a los municipios de esta provincia.25 Desde finales de los años 50, tras una larga posguerra y cuando el régimen franquista sufría un punto de inflexión y empezaba a abrirse al mundo: primero al cada vez mayor turismo e inversión extranjera, pero sobre todo a las medidas y avances de carácter económico, donde cabe destacar la aprobación del Plan Nacional de Estabilización Económica en 1959, se irá produciendo la modernización de una sociedad que vivía atrasada respecto al resto de Europa. A lo largo de estas décadas, se producirá la llegada de la red telefónica (1925), del abastecimiento de agua corriente (1956), de las primeras industrias (1956), del suministro de luz (1957), la pavimentación y urbanización de calles y plazas, la construcción de edificios públicos como la escuela Reyes Católicos (1961), el nuevo edificio consistorial (1969), las piscinas y las instalaciones deportivas (1977), o el desarrollo de varias urbanizaciones a través del Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones o, posteriormente, los programas de protección oficial del Instituto Nacional de la Vivienda, como el barrio del Generalísimo en torno a la Avenida de Primo de Rivera (hoy Rafael Alberti), inaugurado en 1943 con la presencia del ministro de Trabajo, el palentino José Antonio Girón de Velasco, o el de Las Candelas en 1956, destinadas a las familias que seguían viviendo en casas-cueva y de las primeras de la localidad en contar, desde su construcción, con los nuevos servicios de suministro de agua y luz. Todas estas actuaciones tuvieron lugar gracias a la influencia del director de Vivienda, Federico Mayo Gayarre, vinculado a Dueñas por su matrimonio con la hija de Antonio Monedero.
Tras la muerte de Franco en 1975 se produce la Transición Democrática, aunque Dueñas se encuentra inmersa en un continuado declive marcado por la pérdida de población que afecta a todo el interior peninsular, a pesar de que cuenta desde los años 90 con un potente polígono industrial junto a la Autovía A-62 dirección Valladolid, donde se habían instalado ya las primeras fábricas en los años 50, habiéndose construido desde 2009 las infraestructuras de un nuevo polígono dirección Palencia, todavía sin comercializar. No obstante, la principal actividad económica de la localidad sigue siendo el sector primario (agricultura y ganadería).
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