El Sitio arqueológico de Atapuerca es un conjunto de yacimientos arqueológicos y paleontológicos que contienen algunos de los restos de seres humanos más antiguos de la península ibérica. Se encuentran en la sierra de Atapuerca, Burgos, en el yacimiento de la Gran Dolina restos del Homo antecessor con, al menos, una antigüedad de 800 000 años, y en la Sima del Elefante otros de una especie de Homo sin concretar y de 1,2 millones de años. Estos restos quedaron al descubierto al construir una línea de ferrocarril en el siglo XIX.
Ha sido declarado Espacio de Interés Natural, Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la Humanidadnota 1 como consecuencia de los excepcionales hallazgos arqueológicos y paleontológicos que alberga en su interior, entre los cuales destacan los testimonios fósiles de, al menos, cinco especies distintas de homínidos: Homo sp., Homo antecessor, Homo heidelbergensis, Homo neanderthalensis y Homo sapiens.
PARROQUIA SAN MARTÍN OBISPO
En el siglo X, este pueblo aparece, en los documentos, como adtaporka con una referencia al jabalí, que abundaría por estos montes del mismo nombre. Coronando el altozano, que domina la población, se alza orgullosa, en formas y materiales, la iglesia, dedicada a San Martín Obispo, que presenta un campanario cuadrado y óculo renacentista; un ábside rectangular con contrafuertes; y una portada clasicista con pilastrones, arco de medio punto y frontón, bajo pórtico de arco rebajado y reja de forja; todo en una admirable sillería de piedra caliza. En el interior, presenta una planta renacentista de una nave y dos capillas laterales con pilastrones, arcos y bóvedas estrelladas desiguales de piedra. Pila de copa lisa y base circular moldurada.
El retablo mayor es barroco con Inmaculada, San Martín a caballo, Asunción y relieves de la vida de San Martín, el patrón de la villa; tablas de pintura de los Evangelistas; y en sagrario, San Pedro y San Pablo. Otro con Crucificado, San Pedro y San Pablo y relieve de San Francisco.
Otro con imagen de la Coronación y lienzos de San Francisco, San Antonio, San Esteban, San Bernardino y San Jerónimo, deteriorados. Otro neoclásico con Virgen del Rosario, San Vicente, Santo Domingo y San Roque. Varios lienzos modernos. Como piezas sueltas, destacar un Crucificado de pared en cruz moderna y Virgen del Rosario. En orfebrería, cruz plateresca con repujados, dorados y macolla con columnas, s. XVI, y otra de metal repujado; custodia con templete, sol y rayos, de Lucas Zaldibia?, s. XVII; píxide gótica, cáliz plateresco y otras piezas dignas; un crucifijo de marfil. Cajonería de cuatro cuerpos. Arca eucarística. Caja fuerte de hierro. Aguamanil avenerado.
Atapuerca constituye el primer Espacio Cultural declarado en la Comunidad. La figura se utiliza al amparo de la nueva Ley de Patrimonio de Castilla y León y en consonancia con las nuevas estrategias del Plan PAHIS 2004-2012 , que proponen la valorización de amplios espacios territoriales con valor cultural, de cara a su protección y a la promoción del desarrollo sostenible de las poblaciones en que se ubica.
El Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León, en su reunión del día 26 de julio de 2007, acordó la declaración como Espacio Cultural del Bien de Interés Cultural "Sierra de Atapuerca" en Burgos.
Esta cavidad aparece ya citada en documentación del siglo X del Monasterio de San Pedro de Cardeña. Quizá la primera mención extensa de la cueva de Atapuerca se halle en la Crónica burlesca del emperador Carlos V de don Francés de Zúñiga, quien documenta ampliamente una visita a la misma "adonde fue una batalla del rey don Sancho de Castilla y el rey don García de Navarra", realizada en 1527 por varios nobles de la corte con motivo de leyendas referidas a la existencia de fantasmas en la misma.10 Que era conocida lo demuestran además la existencia de varios graffiti datables en los siglos XV y XVI. Pedro Sampayo y Mariano Zuaznávar en su Descripción con planos de la cueva llamada de Atapuerca (Burgos, 1868) dicen que incluso habían visto inscripciones del siglo XIII, alguna con caracteres islámicos.
Las primeras exploraciones sistemáticas del sistema kárstico de Cueva Mayor se remontan a la mitad del siglo XIX. Sin embargo, esta cueva ya era conocida y visitada desde mucho tiempo antes. En 1863, Felipe Ariño solicita la concesión en propiedad de la cueva. Cinco años después, en 1868, se publica una descripción detallada de la cueva, de manos de Pedro Sampayo y Mariano Zuaznávar, en la que describen por primera vez la conocida actualmente como Sima de los Huesos. Esta tiene una segunda referencia en 1890 en una demanda para obtener un permiso de exploración minera de otras zonas de Cueva Mayor. De una forma paralela a estas primeras investigaciones, suceden multitud de expoliaciones y destrucción de su interior.
A finales del s.XIX, época en la que España se estaba incorporando a la Revolución industrial, se construyó un trazado de ferrocarril minero desde la sierra de la Demanda hasta Burgos (concretamente hasta el enlace con la línea de ferrocarril Burgos-Bilbao). En aquellos años, las siderurgias vascas requerían gran cantidad de mineral de hierro y carbón, más de la que los yacimientos de León y Asturias podían ofrecer por entonces. La Sierra de la Demanda tenía minas potenciales de mineral de hierro y hulla. Sin embargo, no había ningún tipo de transporte que lo pudiera destinar a los altos hornos dedicados a la fundición situados en Vizcaya. Para solventar este problema, en 1896 se otorgó la autorización para construir esa línea férrea de vía estrecha a la compañía recién creada por Richard Preece Williams The Sierra Company Limited. Esta empresa se encargó del trayecto desde Monterrubio de la Demanda a Villafría, así como de la inversión en varias minas localizadas en pueblos como Pineda de la Sierra, Riocavado de la Sierra, Barbadillo de Herreros, el mismo Monterrubio de la Demanda o Valle de Valdelaguna. La obra de ferrocarril, en la que participaron 1500 operarios, comprendía un total de 65 kilómetros y se finalizó en 1901, 5 años después de su comienzo.
En un principio este trayecto no atravesaba la sierra de Atapuerca. Sin embargo, y sin explicación conocida, el trazado del ferrocarril la atravesaba por su lado suroeste mediante una profunda trinchera de medio kilómetro de longitud y una profundidad que, en su mayor cota, alcanza casi los 20 metros. Este desfiladero creado, que sumaba un kilómetro de distancia extra respecto a los planes iniciales, pudo realizarse para explotar comercialmente la caliza de la sierra, puesto que esta se había usado como material de construcción desde la Edad Media. Esta trinchera, a su paso, atravesó numerosas cuevas colmatadas con sedimentos pleistocenos (con huesos e industria lítica, aunque nadie reparó en ellos) exponiéndolos a la luz y mostrando claramente su estratificación.
En 1964 el profesor Francisco Jordá Cerdá inicia las primeras campañas de excavaciones que se detendrían poco después. Ocho años más tarde un grupo de espeleólogos, el Grupo Espeleológico Edelweiss, descubre la llamada Galería del Sílex que contiene restos de rituales funerarios y de pinturas de la Edad del Bronce.
En 1973 el profesor J. M. Apellániz comienza las campañas de excavaciones en el El Portalón de Cueva Mayor. Fueron once campañas.
Sabemos por los fósiles de los yacimientos de las grutas de Atapuerca que en el pasado, hasta hace bien poco, hubo castores; se han encontrado sus restos entre materiales de la Edad del Bronce en el Portalón de la Cueva Mayor. Pero hace cientos de miles de años también había hipopótamos, aunque parezca increíble.Sobre los cantos rodados de las antiguas avenidas del Arlanzón, hoy bastante por encima de su cauce, crecían los bosques de robles melojos o rebollos. Todavía se conservan buenas manchas a un lado y otro de la carretera de Burgos a Logroño. Más arriba del pueblo de Ibeas de Juarros, camino de los yacimientos, hay una dehesa llamada los Corrales, con ejemplares muy añosos y corpulentos.
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